El viejo Cuaderno
escrita con la Sabía
roja de mis dedos,
entre los vértigos de un papel oscurecido
dibujo letras de frecuencias vacías.
Ellas me extienden sus manos
me empapan el alma en su dolor del eco inverso,
donde habita, me habla.
No logro distinguir la salida,
ni mirar sus ojos cautivos,
extraviados detrás del viento
ni sentir sus labios
atardeciendo el frenesí del amor,
como alma áspera en dulce invierno.
Ya no esta
se marcho,
Quien es el verso, Quien es la tinta?
El o yo
Tal vez soy posible
solo en ausencia
y voy cayendo en la relatividad
del enunciado posible,
que se adapta a esta dimensión.
Quisiera mirar su sonrisa
antes que se consuma,
todo sea devorado,
por las brasas del fuego de otros cariños
Yo que sé, en realidad.
Ya no esta
He sido salvada de mi,
mis ojos a tientas
ya no leen más
la melancolía del viejo cuaderno
ha de estar maldito,
no lo puedo abrir
estoy pensando en inmolarme.
Quémenme, y usen en el verso
como leño y carbón,
el infinito en la mente del indocto
se excita y arderá por si solo.
fusílenme y usen el poema
como cañón y pólvora
Ya no esta
con enmudecida elocuencia
se marcho
¿se marcho?
o soy yo quien esta ausente
y no encuentro camino
para regresar prodigiosa
hasta la rigurosa blanda de mi piel.
No encuentro sus besos
sobre mi cuerpo,
su olor sobre mi huesos.
Abrí el viejo cuaderno
y no lo encuentro,
su presencia ya no retorna a mi.
Escrito por: Sara Luz Chumbe
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